Tuesday, December 02, 2014

Indignadas, tristes, feroces*

Yo no soy una experta en violencia de género.
Lo que soy es un ser humano cualquiera, una mujer.
Tengo memoria.
Tengo ojos.
A veces no me gusta lo que ven, lo que vi.
Anoche sobre las 21:34 la Policía encontró en Salto y Maldonado, en el barrio Palermo, a una mujer de 23 años caída en el piso que había sido acuchillada en el cuello por su ex-pareja, un hombre de 27 años. El mismo fue detenido en el lugar donde, según el parte policial, confesó a los efectivos: "Yo la apuñalé”.
El País, 13 agosto 2014
Cuando voy para el trabajo paso por una cuadra donde la vereda está muy rota y entonces hay un pedazo que es solo tierra. Ahí crecen yuyos, se hacen charquitos de agua, siempre juegan un par de chiquilines. Hace meses que cada vez que paso mi corazón se detiene por un instante. Miro la tierra y ahora ya no está, pero durante el invierno una mancha roja delató la ausencia de Jacqueline Sequier, apuñalada por un hombre que no la quiso dejar ir. Yo igual la veo. Tengo ojos memoriosos.

Yo no conocía a Jacqueline, pero quizás la haya visto al pasar, sentada mateando en la vereda. No lo sé, pero no importa. A mí me duele igual que ya no esté.
Un 25 de noviembre, hace 54 años, las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal eran asesinadas en la República Dominicana por oponerse a la dictadura de Trujillo.
En 1981, en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, se decidió marcar el 25 de noviembre como el Día Internacional de No Violencia contra las Mujeres, recordando el asesinato de las hermanas Mirabal. El día fue adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999 y desde entonces el mes de noviembre se designa en muchos países del mundo como el momento en que recordamos la violencia contra las mujeres. En Uruguay, cada 25 de noviembre el colectivo Mujeres de Negro convoca una marcha multitudinaria en repudio a la violencia. Este año, el lema es “Mujeres sin miedo”.
Las encuestas señalan que la violencia que han vivido las mujeres [uruguayas] ocurre con mayor frecuencia entre quienes tienen o han tenido pareja: casadas, unidas, separadas, divorciadas o viudas (45,4%). La violencia emocional o psicológica, que constituye la agresión más reiterada (43,7%), se presenta al menos una vez a lo largo de la relación y se traduce en insultos, amenazas, humillaciones, intimidación y otras ofensas de tipo psicológico o emocional. Le sigue la violencia económica (19,9%), y después vienen la violencia física (14,8%) y la violencia sexual (6,7%).
Fuente: CEPAL, Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, noviembre 2014
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), al menos 27 mujeres uruguayas fueron asesinadas el año pasado por violencia de género (feminicidio). Llanamente, las mataron por ser mujeres. Murieron porque el sistema promueve que haya quienes se sienten con derecho de adueñarse y decidir sobre los cuerpos y las vidas de las mujeres. Y también porque como sociedad no hacemos lo suficiente para que no las maten. No se oye nuestra voz.

Los últimos datos indican que casi la mitad de las mujeres uruguayas que están o han estado en pareja han vivido algún tipo de violencia. Días y noches de maltrato y abuso. Insultos, sexo forzado, celos. Visitas a la comisaría que desgastan. Desprecio del vecindario… ¿Si no le gusta, por qué no se va? Hay avances, pero queda mucho por hacer para garantizar que las mujeres en situación de violencia sean respaldadas, protegidas, empoderadas.

Y la violencia de género no se remite al ámbito doméstico. Es la vivencia cotidiana de demasiadas mujeres. Es violencia que te digan cosas por la calle. Es violencia que él se niegue a usar condón. Es violencia que ganes menos que un hombre por el mismo trabajo. Es violencia que una enfermera te diga “Callate qué bien que te gustó hacerlo”, cuando gritás al parir. Es violencia que tu pareja te oculte sus ingresos. Es violencia que compartan una foto o video privado. Es violencia que no acepte tu No. Es violencia que las representaciones mediáticas de las mujeres sean abrumadoramente estereotipadas, cosificantes, humillantes. Es violencia, doble, triple, cuádruple violencia, cuando los medios no le dan visibilidad a las mujeres en espacios de poder, pero sí aumentan su circulación sobre los cuerpos de las mujeres asesinadas.

Los diarios de noviembre reportan las cifras sobre violencia de género. En noviembre se acuerdan… pero enseguida se olvidan. Luego los informes sobre asesinatos de mujeres son salaces, maliciosos, se les saltan los ojos y se relamen. Hay sangre, prostitución, amantes, fluidos, drogas, noches locas. Dan asco las notas, y dan asco los comentarios. Opiniones de la “gente como uno” a la vista del público en las redes. Algo habrá hecho. Viste como están las mujeres ahora. Tan trolas. Culpando a las víctimas, reproduciendo la violencia, reforzando el estereotipo.
Flor de Lys Rodríguez tenía 32 años cuando su marido, y el padre de sus tres hijos, la asesinó con dos certeras puñaladas en el corazón. Fue el domingo 12 de noviembre de 1989, en la feria de Tristán Narvaja.
Programa Testimonios, noviembre 1989
Hace 25 años el sistema le falló a Flor de Lys. Su marido la tenía amenazada hacía tiempo, pero ella se había ido, se había acercado a grupos de mujeres, estaba saliendo adelante. Ya había hecho varias denuncias en la comisaría de la Mujer, pero al final no la supieron o quisieron proteger. Al saber de su asesinato, mujeres de distintas partes salieron de sus casas, de sus agrupaciones, de sus oficinas, y convergieron, casi sin saberlo, en la puerta a la comisaría, con pancartas y carteles improvisados reclamando ¡Basta de Violencia!

Grupos, colectivos y mujeres sueltas sumaron sus fuerzas para luchar en sintonía contra la violencia y por la igualdad de género. Y ha habido logros: la línea gratuita 0800 4141 para víctimas de violencia de género, la ley de violencia doméstica, mayor capacitación del cuerpo judicial y policial, campañas publicitarias… Sin embargo, todavía falta.
El hallazgo de un piercing fue determinante para la identificación del cuerpo decapitado de la joven Yamila Rodríguez, quien había desaparecido de su casa en el asentamiento Kennedy del departamento de Maldonado el pasado 2 de noviembre.
El Observador, 12 de noviembre 2014
Yamila Rodríguez era una adolescente como cualquier otra… bueno, en realidad, era una adolescente única como cualquier otra. Una mujer joven, con sus propias ideas, sueños, deseos. Alguien la mató y desechó su cuerpo en pedazos en un monte en Maldonado. So pretexto de informar, los medios se preguntan qué tipo de mujer era, sutilmente implicando la premisa de que “cierto tipo de mujer” merece morir así. No se cuestiona que tipo de persona sería el agresor (uso el masculino porque en la gran mayoría de los casos los agresores son de sexo masculino). No se cuestiona que clase de sociedad admite que tantas mujeres enfrenten diariamente violencia y opresión. No se cuestiona qué tipo de mensaje se da al publicar la noticia junto a un aviso mostrando una mujer semidesnuda, un cuerpo-objeto disponible para consumir.

Durante los dos días del Primer Encuentro de Feminismos del Uruguay, a principios de noviembre, yo (y otras mujeres también) tenía en la cabeza a Yamila hasta entonces sin encontrar, y a ese cuerpo hasta entonces sin identificar. Tanta tristeza. Tanta rabia. Tantas ganas de hacer, de revolver, de agitar y de cambiar todo.

Mujeres de todo el país confluimos para intercambiar, debatir, aprender, articularnos. Antes, hubo las Jornadas de Debate Feminista en junio y los Encuentros de Mujeres que se llevaron a cabo en varios departamentos durante 2013. La marea sigue creciendo y cada vez somos más, movilizándonos, trabajando, sumando nuestras voces, corazón a corazón contra la violencia y las desigualdades de género.

Mientras escribo estas palabras, feministas en alerta convocan a una movilización espontánea en repudio al asesinato de Yamila (y las muertes de Jacqueline, de Flor de Lys y de tantas otras mujeres), contra la violencia mediática y para mostrar que no somos indiferentes. Estamos indignadas, tristes, feroces. Vamos a la Plaza Independencia a decirle al Poder Ejecutivo, y a todos los que escuchen, que ya basta. Que si tocan a una, nos tocan a todas. Queremos que vengan muchas voces, que vengas vos. Cada tanto reviso en Facebook: se suma más gente y nos reconocemos, no estamos solas.

Yo no soy una experta en violencia de género.
Lo que soy es un ser humano cualquiera, una mujer.
Tengo corazón.
Tengo voz.
A veces se me quiebran de tristeza, pero siempre voy a encontrar fuerza para decir
¡Ni una muerta más! ¡Basta de violencia contra las mujeres!

* publicado originalmente en revista No Te Olvides, diciembre 2014

Linea 0800 4141 Apoyo Mujer Violencia Doméstica
Plenario de Mujeres del Uruguay
Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y Sexual 
Mujer Ahora 
Linea 0800 8843 Aborto - Información Segura

1 comment:

  1. Bravo, Helena. Te aplaudo, te secundo, y sumo mi voz. A no callar! El de los apaches, es un silencio sabio. Pero este, sobre esto, en este país, tristemente a la cabeza en ranking de femicidios en el contintente, es un silencio cómplice.

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